jueves, 22 de enero de 2015

Ammalgama III

Nació con la apertura de la caja roja que lo contenía,
al calor que lo haría brasa, que lo convertiría en muerte.
La mano, tímida, lo acercó a la llama para bautizarlo
y lo llevó tierna y lentamente hacia el primer beso.
Atribulado contempló la luz diurna entre dedos ajenos,
temeroso de su destino cercano, contundente, cierto.
La boca, ávida, sorbía poco a poco su vida gris,
su corta e ínfima rutina, la suerte de consumirse,
la fortuna o estrella del que se sabe perdido.

 En su último estertor, el cigarrillo, se convirtió en lanza y con un suspiro final se estrelló contra el cenicero dejando una cicatriz de humo y ascuas en su piel.

Ilustración hecha por: Beatriz Lb
Poema escrito por: Martín Shwiff Garber


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